Prestidigitador de la guitarra clásica, eléctrica y portuguesa, Víctor Herrero es uno de los pocos músicos en activo que da sentido a la proverbial figura del trovador, aquel que se sirve únicamente de su voz y un instrumento para transmitir.

Voz y guitarra clásica. Eso es Hermana, uno de los discos más insólitos, valientes y reconfortantes en lo que llevamos de siglo.

Homenaje a todas aquellas hermanas que en esta vida nos acompañan, cuidan y enseñan, Hermana transcurre entre bodegones, tierras aradas, pasados crepusculares y confesiones a media luz. Escenarios acuñados en un castellano sin parangón en los que la voz de Víctor, perfectamente templada tras años de estudio y carretera, derrama su magma sanador.

Hermana es un disco que pulveriza las diferencias entre las diversas tradiciones de las que bebe, sea gaucha, medieval, lusa, andina, andalusí, británica o mexicana. Fuentes que desembocan en un único surco gracias al pulso caliente y arremolinado de la guitarra de Víctor, un galeón de amarras destensadas en el que el rasgueo más cristalino transmuta en trotes de danza y el trastear de la madera siempre es bienvenido.

Después de tres discos en solitario e infinidad de proyectos compartidos en los que se ha batido el cobre junto a ilustres como Josephine Foster, Luzmila Carpio, Vinicio Capossela, Baby Dee, Keiji Haino, Master Musicians Of Joujouka o Michael Gira, Víctor ha madurado una síntesis de la canción tan natural y reconocible que citar referencias se me antoja casi inmoral. Él hablará de Violeta Parra o Víctor Jara, y mis oídos percibirán efluvios -seguramente involuntarios- de Leonard Cohen, Dorival Caymmi, Amancio Prada, Robbie Basho, Atahualpa Yupanqui, Roberto Murolo, Joaquín Díaz, Baden Powell o Fred Neil, pero nada de ello hará justicia al carácter iconoclasta de su música. Música clásica, en efecto, pero con un espacio asegurado en el futuro.

Ahora que la dinámica, la sobriedad y la respiración parecen haber caído en desuso, regalar al mundo un cancionero tan esencial y sigilosamente articulado como éste supone toda una declaración de intenciones y, más importante todavía, un generoso acto de humanidad. Puede que nadie espere en 2020 un disco como Hermana, pero todos lo necesitamos.

Don The Tiger

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The dexterous guitar magician Víctor Herrero gives true meaning to the proverbial figure of the troubadour. By means of his voice and instrument only, he is capable of remarkable transmissions. Spanish guitar and singing: That’s what shapes Hermana; a simultaneously uncanny, courageous and comforting album for our young century.

Hermana pays homage to all the sisters who stand by our side, who care for us and from whom we learn from. The record takes place among still lifes, ploughed lands, crepuscular bygones and dim light confessions. Víctor's voice – truly tempered after many years

on the road – spills a healing magma; describing settings in an exquisite use of the Spanish language.

Hermana dissolves the differences between the diverse musical traditions it draws from – be it Medieval, Andean, Andalusian, Mexican... Sources flow into a single bed thanks to the heated, swirling pulse of Victor's
guitar: a galleon of loose ropes in which the most crystalline strum transmutes into dance and wooden tones are always welcomed.

After three solo albums and numerous collaborations with renowned artists – Josephine foster, Luzmila Carpio, Vinicio Capossela, Baby Dee, Keiji Haino, Master Musicians Of Joujouka or Michael Gira –, Víctor has matured a natural and recognizable song synthesis. As for referents, Víctor would mention Violeta Parra or Víctor Jara but my ears would also perceive – surely unconsciously – outpourings of Leonard Cohen, Dorival Caymmi, Amancio Prada, Robbie Basho, Atahualpa Yupanqui, Roberto Murolo, Joaquín Díaz, Baden Powell or Fred Neil.

But none of these afore mentioned referents can do justice to the iconoclastic character of Víctor's music.

Now that dynamics, sobriety and reflection seem to have fallen into disuse, it is a gift to receive the songbook so essential and discreetly articulated as this. It implies a declaration of intentions, and even more importantly, a contribution. Perhaps no one expects in 2020 a record such as Hermana, but we all need it.


Don The Tiger